La compañía sevillana es el ejemplo del salto cualitativo que ha dado el agro andaluz gracias a un enfoque volcado en el desarrollo de productos de alto valor.
La compañía sevillana SAT Royal, un líder europeo en fruta de hueso (como melocotón, nectarina, albaricoque y ciruelas) y ‘berries’ (frambuesa y arándanos), es uno de los paradigmas del salto cualitativo que ha dado la agricultura andaluza gracias a la innovación en las últimas décadas. La empresa fundada por José Gandía a inicios de los setenta fue pionera en innovación varietal en una época en la que el agricultor andaluz estaba todavía muy centrado en cultivos tradicionales. «En aquel momento se fue muy innovador al introducir variedades de fruta temprana adaptadas al clima del sur, con pocas horas de frío», recuerda Macarena García-Otero, consejera delegada de la compañía. Para acometer esta revolución llegó a acuerdos con genetistas privados y universidades norteamericanas como la Universidad de Florida, y se alió también con las familias Raventós y Parias para elevar la escala de sus explotaciones agrícolas al tiempo que reforzaba la inversión en I+D+i. Actualmente es un referente de las frutas ‘premium’ en Europa, con más de 1.000 hectáreas repartidas en Sevilla, Huelva y Badajoz, producciones en Portugal y Marruecos, y ventas en 36 países.
—SAT Royal crece gracias a la innovación con acuerdos con genetistas y universidades estadounidenses. ¿Cómo ha evolucionado el modelo de innovación actual?
—Royal es una compañía impulsada por valores que la hacen ser reconocida como una empresa agrícola diferente, con una forma propia de hacer. Nuestra misión es ofrecer el mejor sabor a través de fruta de extraordinaria calidad desde la innovación, trabajada con la experiencia de la agricultura de siempre. Nuestra visión sigue siendo la misma desde el origen, y quizás más adecuada para los tiempos actuales que en los años noventa, cuando la innovación varietal y el acuerdo con universidades y obtentores privados pioneros no era habitual. Seguimos con las mismas relaciones desde siempre, basadas en la confianza y una visión compartida. Nuestra larga experiencia ya nos permite desarrollar programas de obtención varietal propios que complementan estas colaboraciones y nos permiten adaptar mejor nuestras variedades al clima, a nuestra forma de trabajar y a los gustos de nuestros consumidores.
—La compañía fue pionera en la introducción de fruta temprana en Andalucía. ¿Qué retos enfrentaron al adaptar variedades al clima del sur y cómo ha cambiado esa estrategia?
—Lo más importante es tener una visión a largo plazo y no desviarse de ella, muchas veces renunciando a beneficios a corto plazo. Como Rústicas del Guadalquivir -sociedad fundadora de SAT Royal- es una empresa familiar y con vocación de continuidad, no hay tentación de beneficio inmediato, como puede ocurrir con empresas controladas por fondos de inversión. Y bajo esta premisa, la estrategia no ha cambiado: seguimos desarrollando variedades tempranas con foco en el sabor. Lo hemos hecho en fruta de hueso (melocotón, nectarina y ciruela) y en arándanos. El reto de adaptación sigue vigente. En fruta de hueso, por ejemplo, el cambio climático y las nuevas exigencias del mercado hacen que ninguna variedad seleccionada hace treinta años sea hoy comercial… Estamos obligados a innovar constantemente.
—Actualmente colaboran con universidades como Cornell y Florida. ¿Qué nuevas variedades están desarrollando?
—Este año hemos lanzado una nueva variedad de arándano denominada Royal Krispy, que destaca por su tamaño y su «krispiness», es decir, una textura crocante pero jugosa, a diferencia de otras variedades que son crocantes pero secas. Para nosotros la jugosidad es clave para la satisfacción del consumidor. La percepción es muy positiva. Esta nueva variedad complementa a nuestro arándano Royal Bluaroma, reconocido internacionalmente por su aroma intenso y galardonado en Francia y España con el premio Sabor del Año en 2023, 2024 y 2025.
—¿Cuáles son hoy sus mercados más fuertes y qué diferencias clave observa entre ellos?
—Royal está fuertemente diversificada a nivel de mercados. Tenemos un reparto muy equilibrado de ventas, sin que ningún mercado resulte imprescindible. El consumidor busca siempre fruta que «coma bien». A partir de ahí, hay matices según los países: aromas, acidez, textura. Nuestra ventaja está en adaptar nuestras variedades a estas preferencias locales, lo que nos permite diferenciarnos.
—SAT Royal exporta el 90% de su producción, pero el mercado español ha crecido del 5% al 10%. ¿A qué atribuye ese aumento?
—Este crecimiento responde a un consumidor nacional más enfocado en el sabor. Y el sabor depende en gran parte de la variedad, que es precisamente nuestra especialidad. Además, la apuesta decidida de las principales cadenas de distribución españolas por una fruta que prioriza el sabor ha sido clave. Como empresa andaluza, este desarrollo nos llena de orgullo: ganamos todos —consumidor, distribuidor y agricultor cualitativo— con una fruta basada en el sabor.
—Tienen una estructura vertical que abarca desde el I+D hasta la distribución, ¿cuáles son las ventajas de este modelo?
—Nuestro modelo vertical es pionero. Tradicionalmente en España se producía y luego se buscaba la venta. Nosotros, desde hace más de treinta años, detectamos las tendencias de consumo junto a nuestros distribuidores, y orientamos nuestra investigación varietal a esas tendencias. Nuestra estructura vertical nos permite acortar los tiempos de desarrollo, y nos permite hacer un «traje a medida» con el tipo de fruta ideal para cada mercado. Actualmente estamos presentes en más de 35 países.
—El impacto social en Marruecos, a través de empleo y la Fundación Sanady, ha sido notable. ¿Qué aprendizajes deja este modelo y cómo evalúan su papel en el desarrollo local?
—La agricultura suele implantarse en zonas rurales poco desarrolladas. En Marruecos —además de España, Portugal, Sudáfrica y pronto Sudamérica— hemos generado más de 10.000 empleos. Pero lo que más orgullo nos da es la labor de la Fundación Sanady: hemos reconstruido más de 20 colegios y reforzado la educación básica en idiomas y matemáticas para más de 500 niños y niñas. Nuestras buenas prácticas están respaldadas por certificaciones sociales como LEAF, SMETA y BSCI, las más exigentes en gestión ambiental, hídrica y social. Esto nos permite distribuir nuestra fruta en mercados muy exigentes. Para nuestro fundador, José Gandía, ha sido siempre prioritario contribuir al desarrollo social en todas nuestras zonas productoras.
—Ante el desafío climático y la presión sobre los recursos hídricos, ¿qué medidas están implementando para hacer más sostenible su producción sin comprometer calidad ni volumen?
—Gracias precisamente a la creación varietal hemos incrementado en un 50% la productividad por hectárea en las tres últimas décadas. Esto, a su vez, ha reducido en un 50% los recursos necesarios por kilogramo de fruta, especialmente agua, sin comprometer la calidad gustativa. Hace más de veinte años que aplicamos buenas prácticas agrícolas, avaladas por las certificaciones Spring y LEAF Marque. Nuestra estrategia de ‘Sostenibilidad 360’ está alineada con el Pacto Verde Europeo e integra prácticas de agricultura regenerativa: gestión del agua, control biológico, economía circular y fomento de biodiversidad. Colaboramos también con la Estación Biológica de Doñana en proyectos de investigación sobre biodiversidad. Nuestro modelo integrado —desde el desarrollo varietal hasta la venta— nos permite identificar también dónde y cómo actuar para ser más sostenibles sin renunciar al mejor sabor del sector.
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